
Carnage o Un Dios Salvaje como se
ha llamado en España nos cuenta una historia a tiempo real, la reunión de dos
matrimonios en casa de unos para discutir sobre una pelea de sus respectivos
hijos. Uno de los niños pegó al otro en una discusión en un parque de Brooklyn
después de que este le impidiera entrar en su grupillo.
Como adelantaba más arriba
Carnage está basada en una obra de Yasmina Reza, dramaturga francesa, quien con
la colaboración de Polanski también es la encargada de hacer la adaptación para
la gran pantalla. La premisa es muy sencilla, y quizás por eso resulta tan
poderosa. Una crítica a la sociedad americana y su hipocresía, aunque se puede traspasar a
cualquier sociedad media-alta, acomodada que se dedica a aparentar y a competir
con las demás familias a ver quién es la más responsable, la más perfecta y la
más idílica. Pero no existe la familia perfecta. Mediante una simple
conversación primero convencional, donde todos ellos quieren parecer “adultos
responsables y con una moral de clase media-alta”. Poco a poco se irán quitando
las máscaras y mostrarán su verdadera cara, dejando la moral en el cajón de la
mesilla de noche.
El film es arriesgado, Polanski
se atreve a plantear la película como la obra de teatro, una historia a tiempo
real que no a respiro y que siempre va increscendo. Un film que supongo igual
que su obra de teatro homónima tiene los tempos muy marcados, milimétricos,
pero que ha encontrado la fórmula perfecta, aunque por momentos se denote poca
naturalidad. Por otro lado, toda la película menos el primer y el último plano
sucede dentro de 4 paredes, dentro de un apartamento de Brooklyn. En Carnage se
ve demasiado acartonado, demasiado teatral. Y no es teatral por haberse rodado
en un solo escenario, es teatral, porque Polanski en este caso no acaba de
sacar todo el jugo que podría haberle sacado (sino revisad The Death and the
Meiden, un solo escenario y mucho mejor resuelta). Eso es más
grave/imperdonable sabiendo que Polanski es un maestro en espacios pequeños y
claustrofóbicos.
Otro elemento que resultan a la
vez cara y cruz son las actuaciones. Con un reparto para quitar el hipo: Kate
Winslet y Cristoph Waltz interpretando al matrimonio Cowan, padres del niño
agresor; y John C. Reilly y Jodie Foster el matrimonio Longstreet, padres del
niño agredido. Los personajes no dejan de ser clichés, la mujer ejecutivo, el
abogado con el móvil en la oreja todo el rato, el empresario exitoso que empezó
desde lo más bajo y la activista acomodada. Lo cierto es que funcionan, pero al
hacerlos tan estereotipados para que funcionen los diálogos, se echa en falta
una psicología más profunda. De esta manera son los momentos de más hilarismo,
los que hacen más gracia, pero los que parecen por momentos más exagerados, por
momentos al borde de la sobreactuación (sobre todo Foster y Winslet).
Como conclusión una película con
un mensaje muy interesante, aunque no nuevo, con un buen reparto, que sin
embargo quizás porque la propia Reza no acaba de saber adaptar su obra en otro
medio, o porque Polanski no le acabó de sacar todas sus posibilidades, queda
con un resultado agridulce. Supera a la media general; pero insuficiente
tratándose de Polanski de quien me esperaba más mala leche, más oscuridad en
una historia que se acaba siendo políticamente correcta.
Nota: 6/10