lunes, 20 de julio de 2009

The Infernal Comedy, personal e íntimo John Malkovich muy bien acompañado

Me levanté a las 2 del mediodía. Ya se sabe cuando se está de vacaciones una pierde la noción del tiempo. Y después de ver el final de los entrenamientos de el mundial de motociclismo, empezaron las noticias. De repente oí que John Malkovich venía a Peralada, pequeña localidad situada entre Figueres y la Costa Brava a 140 km de Barcelona, a estrenar el XXIII Festival Castell de Peralada, un festival que combina las disciplinas de teatros, música y danza. No me lo pensé dos veces, fui a ver si quedaban entradas por internet, las compré y tomé rumbo a Peralada, unas dos horas y media de trayecto. ¿Merecería la pena? Ahora después de verla, respondo: sí mereció la pena.

La sola presencia de John Malkovich un actor que aunque últimamente no participa en proyectos demasiado interesantes, a excepción de la cinta de los Coen Burn After Reading y Changelling de Eastwood, siempre lo recordaré por sus actuaciones en la curiosa Being John Malkovich o la que es para mí la mejor película de Spielberg y también la más olvidada El Imperio del Sol. Sin duda su sola presencia sería el principal motivo por el que llenó el teatro al aire libre. El era el reclamo para acabar viendo una obra atípica, que rehuye la estructura típica y juega con el monólogo mezclado por arias de conocidas óperas.

The Infernal Comedy es el título de la obra que nos presentó el conocido actor americano, que él mismo protagonizaba y dirigía junto a Michael Sturminger. The Ingernal Comedy nos cuenta en primera persona la vida de un asesino en serie austríaco llamado Jack Unterweger (no sé si por su acento austríaco o porqué era conocedor del bajo nivel de inglés en España, pero se entendía todo a la perfección, hablaba vocalizando mucho y lentamente). Unterweger fue condenado a cadena perpetua al matar una prostituta, y fue entonces cuando empezó a escribir, según sus propias palabras, para no volverse loco. Con sus escritos consiguió llevarse a la opinión pública en el bolsillo y salió de la cárcel. En los siguientes meses Jack Unterweger siguió escribiendo y matando a prostitutas no solo en su austria natal sinó que también se le conocen asesinatos en Los Ángeles y finalmente fue capturado por el FBI en Miami donde fue deportado a Austria donde se suicidó el primer día que estuvo encerrado. A parte de su faceta de asesino, Jack Unterweger también fue un conocido Don Juan, un seductor, mentiroso, cuya vida siempre giró al lado de alguna mujer, ya sea su madre, su amor, sus víctimas...

El montaje se sirve de piezas de arias de piezas de Vivaldi, Haydn, Mozart y de la obra Don Juan de C.W. Gluck. Su protagonista se expresa mediante monólogos interrumpidos por alguna pieza interpretada por las sopranos: Bernarda Bobro y Aleksandra Zamojska acompañadas por la orquestra Weiner Akademie dirigida por Martin Haselböck. El personaje de Jack Unterweger nos presenta su biografía ya después de su muerte, como si estuviera en un purgatorio o simplemente en el infierno, una biografía donde nos promete que nos cuenta toda la verdad, y nos resolverá dudas como la pregunta del millón: porqué mató a las 12 o 13 prostitutas...

Tengo que reconocer que cuando fui a ver la obra me faltaba mucha información: de música clásica no entiendo nada, pero ya se sabe la emoción de pensar que tendría a John Malkovich a poco más de 10-15 metros me hacía olvidar de que iba a ir la obra... La falta de información hizo que me adentrara en la obra sin esperar nada concreto, por tanto dejando mi lado crítico en casa, simplemente fui a disfrutar y lo hice. En ciertas escenas no hacía falta entender nada, simplemente disfrutar del arte de la voz de las dos sopranos, porqué no hace falta entender de arte para disfrutarlo.


Encima del escenario vemos a un John Malkovich haciendo lo que quiere. Él es amo y señor de la función, el lleva el ritmo. Da igual que lleve un dossier en la mano con lo que parece ser el guión, es John Malkovich. Nos ofrece una personal e íntima interpretación del asesino Jack Unterweger como un Don Juan, ácidas e irónicas reflexiones sobre el poder de las mujeres, la muerte, el amor, sus asesinatos, la fina linia que separa la verdad de la mentira, su supuesta dura infancia de una manera tan cercana que parece que sea el propio Malkovich que habla de sí mismo. Con márgen para la improvisación, Malkovich empieza la función quitándose presión y avisando que no van a ver nada del otro mundo. Se acuerda de su compatriota el presidente de California y hace un guiño al público, que se lo gana desde el primer minuto. Lo vemos con una actitud irreverente, homorística, satírica. Y no solo lo vemos encima del escenario, sinó que se permite la licencia de bajar, aproximarse e intimidar al público (lo tuve al lado... no más de un metro de separación).

Después de ver The Infernal Comedy, creo que como muchos otros actores y actrices hacen películas para ganarse el pan y poder financiarse ellos mismos productos como este, mucho más personales, diferentes y peculiares.

Personalmente nunca lo olvidaré, será uno de esos momentos en los que yo podré decir orgullosa: Yo estuve allí, yo lo vi.

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