
El Niño de la Bicicleta nos
cuenta la historia de Cyril Catoul un niño que vive en un centro de acogida soñando que
pronto su padre vendrá a recogerle como en un principio le había prometido o
como mínimo le llevara su bici. Después de semanas sin saber nada sobre su
padre, y que no le conteste el teléfono, Cyril se escapa del colegio y va a su
casa. Perseguido por los servicios sociales, se esconde en una consulta médica
donde conoce a Samantha una peluquera que espera visita. Tras ese primer
encontronazo Cyril verá en Samantha una aliada para salir del centro de menores
y poder buscar a su padre; y Samantha verá en Cyril, un chico falto de cariño.
Esta película, como todas las de
los hermanos Dardenne consigue una muy buena historia con pocos elementos bien
unidos. Es una historia muy sencilla sobre la necesidad de ser querido. La
bicicleta de Cyril se conviert en un mcguffin de libro. La bicicleta es la
atención, el cariño que le falta al hiperactivo y energético Cyril. Es la
figura paterna o materna que necesita. El minimalismo, esa cámara al hombro que
se sitúa justo detrás del protagonista y lo acompaña por todo lo que éste pasa
vuelve a dotar de realismo máximo esta historia de los Dardenne.
Los hermanos Dardenne se vuelven
a rodear de un gran grupo de actores que han estado en la mayoría de sus
películas además del joven Thomas Doret y Cécil de France. Los hermanos
franceses hacen como siempre una gran labor de dirección de actores. Thomas
Doret encargado de dar vida a Cyril Catoul consigue ser ese animal moribundo
que se mueve y se empeña en sobrevivir cueste lo que cueste. Un nervio
hiperactivo que solo necesita comprensión. Hoy en día, en los que aparecen
tantos niños prodigio americanos con tantas tablas, alegra mucho ver a un niño
cuya actuación se aprecia verdaderamente genuina. Doret está acompañado por
Cécil de France, la actriz que ya apareció en Hereafter de Clint Eastwood
vuelve a acentuar en esta ocasión su faceta bondadosa, una cara amable para el
espectador y para el joven Cyril. A los dos protagonistas les acompañan Jérémie
Renier, Fabrizio Rongione y Oliver Gourmet tres intérpretes fijos en la
filmografía de los hermanos Dardenne, que en muchos casos parecen retomar esos
papeles de las películas anteriores, pues tienen un perfil de personaje muy
parecida.
El niño de la bicicleta es una
película humilde, simple, valiente, optimista, realista. Sin grandes artificios
los hermanos Dardenne consiguen transmitir una historia humana y vital.