
The Hustler, conocida en España como El Buscavidas, nos cuenta como Eddie Felson un timador de billar reta al gran campeón Minnesota Fats. Eddie Felson es un don nadie, borracho y arrogante que solo sabe hacer una cosa bien: jugar a billar. Él va dando vueltas por america estafando a jugadores "amateurs" de billar junto con un amigo. Un día llegará a Ames, una sala donde solo hay billares, no hay bar, no hay dardos, no hay música, solo y exclusivamente mesas de billar. Felson en un ataque de arrogancia y confianza retará a Minnesota Fats. Más de 24 horas después Eddie sale derrotado. A partir de ese momento Rossen nos adentra dentro de un mundo
de perdedores, con esa atmósfera intensa y en cierta manera asfixiante con una maravillosa fotografía blanco y negro que denota el pesimismo made in Robert Rossen de unos perdedores que no pueden evitar serlo. Personas normales que por x razones vagan sin rumbo, sin objetivos, sin ganas porque ya no les motiva nada una vida con la compañía de la botella. Un día en una estación Felson conoce a una joven llamada Sarah. Una alcohólica que intenta ser algo más que eso, que intenta ir a la universidad. Su relación será fría a la vez que temperamental, complementaria a la vez que tóxica. Una relación, que aunque Eddie no se de cuenta al principio, le descubrirá que no es un perdedor porque tiene un objetivo, tiene algo que le hace vivir, soñar y disfrutar en esa vida: el billar. Aunque paradójicamente el billar unido a la ambición acabará por convertirle en un verdadero perdedor, y a su vez en un ganador. Porque parafraseando una frase del club de la lucha "Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar" porque el protagonista ya no tiene nada que perder, nada de lo que realmente le importa.

Nunca el billar habia sido un deporte tan tan interesante. En EEUU ya tiene su tirada y sus seguidores, y aquí seguramente también pero son bastante minoritarios y tienen poca publicidad. Cada partida de billar se postula como una final de la champions, como un Barça-Madrid en corto, te hipnotiza, te atrapa y no se hace para nada pesado, es más, son las mejores escenas, como están grabadas las secuencias, sobretodo el último duelo. Las frases de Newman, afirmando que el buen jugador de billar es aquél que se mueve como un bailarín al son de las bolas entrando en sus

Interpretativamente es casi perfecta. Paul Newman interpreta a Eddie Felson, un ingenuo, un idealista, un tipo arrogante y timador que no es hasta el final de la película que se da cuenta que él ha sido el timado, que tanto esfuerzo no ha servido para nada más que ganar unos miles de dólares. Newman se convierte en un verdadero buscavidas, como mira las bolas, como coloca el palo... esa toma inicial lo cuenta todo. Y para no haber cogido un palo antes de rodar el film, aunque algunos tiros no son suyos, aprendió bastante rápido. Eso sumado al carisma y a la simpatía que despierta los ojos azules de Hollywood en todos y cada uno de sus papeles hacen que haga una de sus mejores interpretaciones (los académicos se dieron cuenta que la cagaron, y cuando volvió a interpretar al personaje en la secuela El Color del Dinero, bastante inferior calitativamente, le dieron su más que merecido Oscar). Jackie Gleason aporta el estilo, la elegancia de un campeón y en el fondo también la compasión interpretando a Minnesota Fats. Piper Laurie interpreta a Sarah la misteriosa chica con la que entabla relación Eddie Felson. La actriz aporta la ambigüedad, y de su boca salen algunas de las mejores frases del film. Por último y no por ello menos importante tenemos a George C. Scott que interpreta a Bert Gordon, un personaje sin escrúpulos, que solo le interesa el dinero, sin importarle tener que pisar a los demás.
En conclusión, Rossen con la ayuda de todo un mágnifico reparto encabezado por Paul Newman acaba venciendo con su historia de un perdedor. Un film del que no puedes destacar nada, porque todo está rozando la perfección.
