martes, 21 de abril de 2009

Cinema Paradiso, cuando la vida es el cine y el cine es la vida


Empecé al revés del mundo. La primera vez que vi el film, vi el montaje del director, me pareció excesivamente largo y con algún que otro momento denso. Aun así eso no impidió que acabara enamorada de la película y que reforzara más si cabe mi amor por el cine. La versión estrenada en cines en 1989 es más clara, directa, se centra en lo importante, dejando puntos al aire para que el espectador los resuelva. No os voy a engañar si os digo que me encantan las películas que hablan del propio cine, del proceso creativo de éste o de alguna figura importante como Fellini 8 y 1/2 o la más reciente Synecdoche New York (habla de teatro, pero para el caso es lo mismo). Pero en este caso, Tornatore no se centra en la figura del director ya mayor, sinó que prefiere enseñarnos como se ha formado ese director, haciendo un homenaje al cine.

Cinema Paradiso es al cine lo que Que bello es Vivir a la vida. Un canto y un gran homenaje. Como ya habréis adivinado leyendoos un par de críticas sabréis que me gustan mucho los dramas, esos que reflexionan sobre la soledad, la persona... En cierta manera este film también lo hace pero desde una perspectiva mucho más alegre. Cinema Paradiso es la historia de un cine, o de un hombre que después de pasarse toda su juventud en el cine del pueblo consigue triunfar en ese mundo. Sea cual sea el prisma que cojas, la historia del joven va unida a la del cine de su pueblo, y el cine de su pueblo tiene como pieza clave al chico y a su entorno. A lo largo del film asistimos como unos espectadores más a la trayectoria vital de Salvatore, Toto para los amigos. A Salvatore después de muchos años alejado de su pueblo natal, el Cinema Paradiso le vuelve a llamar, Alfredo su mentor, su compañero, su cómplice, su amigo, con el que compartía ese amor por el cine se ha muerto. Es entonces cuando empieza a recordar su infancia y su juventud en ese pueblo.

Como buen cine italiano, el niño que interpreta a Toto irradia felicidad, expresividad, pasa con una facilidad pasmosa del llanto a la risa, una risa producida por su amor el cine. Un chico que prefiere pagar la entrada y disfrutar de una entrada al cine y pasar hambre y dejarse de comprar leche. Todas y cada una de las escenas desprende esos colores, esa fotografía que le da ese toque mágico y casi de fantasía a un film que bien podría ser basado en experiencias reales. Toto encuentra en Alfredo, el encargado de proyectar las películas en el cine su mejor aliado, un hombre mayor que se convierte en el padre que Toto necesita y no tiene. Alfredo es otro amante del cine anónimo que delante la censura que sufren los films, él se dedica a guardar cada fotograma con la ilusión de que algún día las películas se verán enteras. Una censura que se plantea con clave de humor porqué es la única manera de plantearsela sanamente. Una censura estricta que cortaba cada beso que destrozaba las obras de artistas... Con el paso del tiempo Toto crece y aunque nunca deja su amor por el cine, encuentra un amor no tan platónico, más cercano, Elena, una chica nueva. Toto como si de una película de bellas princesas y caballeros promete que la esperará durante un año. Salvatore va haciéndose mayor, la vida le enseña que no es como una película que es mucho más complicado, pero también le enseña que siempre que se siente aplastado por ella puede ver una película y recordad la magia del cine, una magia que sigue y seguirá presente hasta el fin de sus días porque aunque actualmente una panda de directores de pacotilla se empeñen en hacer del cine un negocio, el cine sigue siendo un arte, y como mínimo una veintena de productos anuales nos lo demuestran.

No voy a negar que tiene algun fallito, la historia de amor del segundo acto entre Salvatore y Elena no tiene la misma fuerza que la amistad entre el chico y Alfredo que se cuenta en el primero, aunque el tercer acto con un Salvatore canoso pisando la polvorienta y vieja ciudad donde se vuelve a encontrar con su vida y sus recuerdos recupera con creces el impecable ritmo, fuerza narrativa ... ya mostrados en el primero.

La banda sonora de Morricone es una de las mejores que he escuchado en mi vida. Morricone es un genio. Con cada nota te saca una lágrima, una sonrisa melancólica. Una banda sonora que te llega en el corazón, inolvidable. Personalmente mi favorita junto con la de La Lista de Schindler. El film es un dramón, una película de esas para gastar el paquete de Kleenex entero. No tanto por la historia, porque al fin y al cabo tampoco es la más triste que se ha contado, pero si se mezcla la tristeza de la muerte de un ser querido, la desaparición de un cine con esa alegría de esos fotogramas de grandes cómicos del cine mudo con los cuales el film se enriquece mucho. Al empezar a sonar la banda sonora se te pone la piel de gallina, y si encima acompaña a una escena con fuerza dramática, esas lágrimas son inevitables... porqué es una OBRA MAESTRA.

Interpretaciones magistrales de Salvatore Cascio interpretando a Toto de niño. Un xaval que desprende una fuerte simpatía, alegría y amor por las cosas, ese punto "pillo" sirve para aproximarlo al público. Philippe Noiret que interpreta a Alfredo no da una clase magistral de como hacer una gran actuación haciendo de tipo normal, crea ese tipo de personaje que todos lo querríamos tener como compañero de "batallas". Jacques Perrin que interpreta a Salvatore de mayor interpreta más que no habla, sus miradas son sus armas, una mirada que hacía mucho que quería volver a mira esa plaza, ese cine, esas calles, su pueblo pero que por una promesa llevaba más de 30 años sin verlos más allá del recuerdo. Afirmar que los demás actores (Agnese Nano, Marco Leonardi) están muy bien pero quizás no llegan al nivel de los anteriormente mencionados. En Cinema Paradiso por su parte también podría ser considerado un elemento muy importante dentro del film, no tanto como un personaje, pero sí como un lugar que cobraba vida cuando todos éstos se unían. Cuando los sábados por la tarde se unían los ricos, los pobres, el que dormía, el que se reía, el que se sabía los diálogos de memoria. Cinema Paradiso era el lugar de reunión de todo el pueblo, la cita inaludible un ecosistema que cobraba vida.

Mi comentario no es nada más que un intento en vano de intentar reproducir mis sensaciones al ver el film. Unas sensaciones que deben ser diferentes para cada persona, pero que habrá un punto en común en todas ellas: El Amor al Cine.

PD: Quien no le diga nada esta última escena después de ver el film es que no le corre sangre en las venas. Es uno de los mejores finales.




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