lunes, 9 de marzo de 2009

The Hustler, historia de un perdedor donde Rossen y Newman triunfan

Este año se ha estrenado una película de un perdedor.. sí me refiero a The Wrestler con un espectacular Mickey Rourke y todo esto... Pero si había alguien que sabía contar historias de perdedores ese era Robert Rossen. Quizás por lo mal que se sentía después de delatar ante McCarthy a todos sus compañeros. Lo cierto es que tardó años en aceptar lo que había hecho y salir adelante... se pasó los cinquenta dando vueltas por Europa haciendo películas con poco criterio. Pero se lo perdonamos, porque en 1961 volvió, volvió el director que hizó All the King's Men, que criticó a la sociedad americana en su cara. Volvió para contarnos su historia, la historia de un ganador que no sabía hacer otra cosa que perder. Un hombre en busca de su perdón. Y lo cierto es que lo consiguió porque cuando uno/a pregunta quiénes fueron los delatores, pocos te nombran a Rossen, nombran a Kazan y se quedan tan a gusto, es verdad que sus delaciones fueron en diferentes circunstancias, pero al fin y al cabo arruinaron la vida de otros jóvenes directores y guionistas que querían y podían haber llegado a su nivel. Pero dejemos de lado sus acciones políticas, no es justo juzgar a un director por su vida, y las cosas como son Elia Kazan y Robert Rossen son dos de los mejores directores que se han paseado por Hollywood.

The Hustler, conocida en España como El Buscavidas, nos cuenta como Eddie Felson un timador de billar reta al gran campeón Minnesota Fats. Eddie Felson es un don nadie, borracho y arrogante que solo sabe hacer una cosa bien: jugar a billar. Él va dando vueltas por america estafando a jugadores "amateurs" de billar junto con un amigo. Un día llegará a Ames, una sala donde solo hay billares, no hay bar, no hay dardos, no hay música, solo y exclusivamente mesas de billar. Felson en un ataque de arrogancia y confianza retará a Minnesota Fats. Más de 24 horas después Eddie sale derrotado. A partir de ese momento Rossen nos adentra dentro de un mundo de perdedores, con esa atmósfera intensa y en cierta manera asfixiante con una maravillosa fotografía blanco y negro que denota el pesimismo made in Robert Rossen de unos perdedores que no pueden evitar serlo. Personas normales que por x razones vagan sin rumbo, sin objetivos, sin ganas porque ya no les motiva nada una vida con la compañía de la botella. Un día en una estación Felson conoce a una joven llamada Sarah. Una alcohólica que intenta ser algo más que eso, que intenta ir a la universidad. Su relación será fría a la vez que temperamental, complementaria a la vez que tóxica. Una relación, que aunque Eddie no se de cuenta al principio, le descubrirá que no es un perdedor porque tiene un objetivo, tiene algo que le hace vivir, soñar y disfrutar en esa vida: el billar. Aunque paradójicamente el billar unido a la ambición acabará por convertirle en un verdadero perdedor, y a su vez en un ganador. Porque parafraseando una frase del club de la lucha "Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar" porque el protagonista ya no tiene nada que perder, nada de lo que realmente le importa.

Nunca el billar habia sido un deporte tan tan interesante. En EEUU ya tiene su tirada y sus seguidores, y aquí seguramente también pero son bastante minoritarios y tienen poca publicidad. Cada partida de billar se postula como una final de la champions, como un Barça-Madrid en corto, te hipnotiza, te atrapa y no se hace para nada pesado, es más, son las mejores escenas, como están grabadas las secuencias, sobretodo el último duelo. Las frases de Newman, afirmando que el buen jugador de billar es aquél que se mueve como un bailarín al son de las bolas entrando en sus correspondientes agujeros, esa acurada descripción del modus operanding de Minnesota Fats. Dan ganas de ponerse a jugar con la creencia de que no es tan difícil hacer lo que hacen que en un par de semanas te saldrá, dan ganas de ser Eddie Felson.

Interpretativamente es casi perfecta. Paul Newman interpreta a Eddie Felson, un ingenuo, un idealista, un tipo arrogante y timador que no es hasta el final de la película que se da cuenta que él ha sido el timado, que tanto esfuerzo no ha servido para nada más que ganar unos miles de dólares. Newman se convierte en un verdadero buscavidas, como mira las bolas, como coloca el palo... esa toma inicial lo cuenta todo. Y para no haber cogido un palo antes de rodar el film, aunque algunos tiros no son suyos, aprendió bastante rápido. Eso sumado al carisma y a la simpatía que despierta los ojos azules de Hollywood en todos y cada uno de sus papeles hacen que haga una de sus mejores interpretaciones (los académicos se dieron cuenta que la cagaron, y cuando volvió a interpretar al personaje en la secuela El Color del Dinero, bastante inferior calitativamente, le dieron su más que merecido Oscar). Jackie Gleason aporta el estilo, la elegancia de un campeón y en el fondo también la compasión interpretando a Minnesota Fats. Piper Laurie interpreta a Sarah la misteriosa chica con la que entabla relación Eddie Felson. La actriz aporta la ambigüedad, y de su boca salen algunas de las mejores frases del film. Por último y no por ello menos importante tenemos a George C. Scott que interpreta a Bert Gordon, un personaje sin escrúpulos, que solo le interesa el dinero, sin importarle tener que pisar a los demás.

En conclusión, Rossen con la ayuda de todo un mágnifico reparto encabezado por Paul Newman acaba venciendo con su historia de un perdedor. Un film del que no puedes destacar nada, porque todo está rozando la perfección.

- Un verdadero perdedor es alguién que tiene tanto miedo a no ganar que ni siquiera lo intenta. -

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