martes, 6 de diciembre de 2011

Blackthorn, homenaje al Western con Sabor Patrio


Este año, concretamente el 1 de Julio, casi a escondidas y sin hacer demasiado ruido se estrenó en las pantallas españolas Blackthorn, sin destino. Desde Project Mayhem quiero reivindicar este western dirigido por Mateo Gil, un western con sabor patrio y mucho respeto a los clásicos.

Blackthorn reinterpreta la leyenda de Butch Cassidy y The Sundance Kid. En Blackthorn los dos forajidos no murieron en San Vicente (Bolivia), sino que lograron escapar, aunque todo el mundo los dio por muertos. Muchos años después, Butch, que ahora se llama James Blackthorn decide que es hora de volver a casa y conocer a su sobrino. Su camino de vuelta se verá interrumpido por Eduardo, un ingeniero español que ha robado 50.000 dólares de unas minas en las que trabajaba.

La labor que realiza Mateo Gil tiene muchísimo mérito. La película no solo lleva esa etiqueta de película española, que por algún motivo u otro siempre echa para atrás a más de 1 y 2 personas que se acercan al cine con curiosidad. Sino que además es un western, ese género que se ha quedado escondido en un cajón de Hollywood cogiendo polvo. Viendo la película podemos imaginarnos al director disfrutando con westerns en su niñez y pensando, yo algún día tengo que hacer algo parecido. Y el tipo lo ha hecho. Nada tiene que envidiar Blackthorn a todas esas revisiones westerns de estos últimos años, es igual o superior.

El film que se puede categorizar dentro de los westerns crepusculares reflexiona sobre el paso de los años, sobre la trayectoria vital y sobre el cambio de la sociedad y el estancamiento de nuestro protagonismo. Nos habla de un tiempo en que los caballos son sustituidos por el tren, las carreteras y los primeros coches, donde los forajidos no tienen sitio.

Además Blackthorn posee un guión de Miguel Barros, muy bien escrito, lógico y bien estructurado. Escrito desde el respeto, escrito después de estudiar muchos westerns. Nada parece forzado, incluso el giro no resulta excesivamente molesto. Quizás lo que parece menos cuidado son los flashbacks que resultan más esquemáticos, simplificados y menos convincentes.

Aun así, hay que señalar que todo ese respeto y aroma de homenaje palpable a todos los westerns también se considera un arma de doble filo. Ese exceso de respeto, hace que a Blackthorn le falte ese punto de revisión e reinterpretación de tópicos. Falta ese toque personal, ese punto para dejar al espectador boquiabierto y sorprendido por una acción, un momento o una frase. Aun así, Mateo Gil no tiene porqué preocuparse pues desde Sin Perdon de Eastwood que nadie lo ha conseguido.

Visualmente Blackthorn es como el guión. Una fotografía sólida y bien hecha de la mano de Juan Ruíz Anchía. La banda sonora de Lucio Godoy vuelve a ser un conjunto de guiños y de referencias a muchas bandas sonoras de westerns. Además en el apartado musical destaca el propio Sam Shepard quien interpreta canciones tradicionales americanas, de esas que la que escribe tiene asociadas a Johnny Cash.

Gil además ha conseguido un reparto, sin grandes estrellas, pero con unos cuantos nombres muy destacables. Sam Shepard interpreta a James Blackthorn o Butch Cassidy, con mucha elegancia y aplomo. Shepard es el protagonista y el encargado de aguantar el peso de toda la película y lo consigue. A Shepard lo acompaña Eduardo Noriega interpretando a Eduardo Apodaca. Personalmente lo considero un mal actor, y aunque en esta no resulta demasiado molesto, hay que decir que es lo peor de la película. Stephen Rea interperta a MacKinley uno de los buscadores. Rea vuelve a demostrar que es como esa hormiga que sin hacer mucho ruido se va labrando una carrera cinematográfica muy interesante, y en este caso se convierte en el tapado de la película. Sus momentos con Shepard son sin dudarlo lo mejor de la película. En los flashbacks tenemos dos caras televisivas, Nikolaj Coster-Waldau (Juego de Tronos) y Padraic Delaney (Los Tudor) para interpretar a Butch Cassidy y Sundance Kid.

Como conclusión es muy complicado homenajear a los clásicos con estilo y sin quedarse en una mera caricatura, y Mateo Gil y compañía lo consiguen. Blackthorn es un western con guiños, respetuoso, y funcional, los tres actos funcionan y el guión está bien escrito y resulta lógico. Shepard y Rea hacen el resto.

NOTA: 7’5/10

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